martes, 15 de mayo de 2012

Un Juez Sensible

LA AUDIENCIA PROVINCIAL DE MURCIA

Condenan a un bar a pagar 6.000 euros porque una silla no  aguantó el peso de un cliente. 


El tribunal considera que las patas de la silla deben de tener la suficiente resistencia "para aguantar el peso de cualquier persona".

LD | AGENCIAS 2012-05-14
La Audiencia Provincial de Murcia ha condenado al dueño de un bar a pagar 6.000 euros a un cliente que resultó lesionado al romperse una silla, porque las patas de éstas deben tener la suficiente resistencia "para aguantar el peso de cualquier persona".

La sentencia, a la que ha tenido acceso Efe, indica que un juzgado de Primera Instancia de Totana desestimó la demanda que presentó el accidentado y exoneró de toda culpa al establecimiento, resolución que fue apelada por el herido ante la Audiencia Provincial.

Andrés Pacheco Guevara. Magistrado

Este tribunal, del que ha sido ponente el presidente de la Audiencia, Andrés Pacheco, indica que "no puede negarse la inadecuación de la silla que se rompió a su destino normal, consistente en soportar el peso de cualquier persona, resultando realmente inasumible que se exculpe a quienes disponían de esa silla en atención al peso, por elevado que fuese, del cliente".

La Sala añade que "la caída se produjo porque la silla fue incapaz de sostener al demandante, y sus daños han de repararse, ya que quien pone a disposición de su clientela un servicio de mesas y sillas ha de cuidar que ese material sea capaz de aguantar el peso de cualquier persona".

Añade que "al originarse el desplome de las patas de una silla ha de inferirse que la misma era tan débil que la convertía en inútil, o que su estado de conservación era ya inadecuado a la resistencia exigida".

La sentencia afirma también que "resulta lamentable que desde el día 13 de octubre de 2005, en que acaeció el siniestro origen de la demanda, el lesionado siga esperando la satisfacción de la indemnización por sus perjuicios físicos que justamente reclama". 


Al bueno de D. Andrés, magistrado de pro, le ha perdido el subconsciente y se ha visto reflejado en el fulano que se desparramó por el suelo después de crujir su silla. Y es que D. Andrés está un tanto llenito y a buen seguro se ha puesto en el lugar de todos aquellos que ponemos a prueba las endebles sillas que en muchos lugares ofrecen a nuestras posaderas.

Yo he tenido la desgracia de cascar un par de sillas en mi vida, con el consiguiente batacazo y cachondeo general,  amén de cierto sentimiento de culpa por cargarme la propiedad ajena. A partir de ahora, nada de culpabilidades, y pobre de la silla que ose romperse cuando la ponga a prueba con mi peso, que se las tendrá que ver conmigo y con D. Andrés.