viernes, 18 de febrero de 2011

Huertos familiares. 1950

Cuando empiezas a rebuscar en una caja de lata con fotos antiguas, es sorprendente la cantidad de curiosidades que surgen de su profundidad insondable. Eso ocurrió una tarde de febrero cuando al preguntarle a mi padre por una foto del abuelo Isidro, en una plaza de toros con su puro en ristre, se fue a buscar la vieja caja y empezamos a investigar.

Revolvimos durante un buen rato entre los retazos de historia en blanco y negro envejecido. Por allí desfilaron antepasados ilustres, situaciones históricas, eventos familiares y hasta un servidor en paños muy menores en su tierna infancia, pero ni rastro de la foto del puro.

Intenté retener en la memoria cuantos datos llegaban acompañando a las fotos, y eran muchos, mi padre no necesita “pen drive” para almacenar unos cuantos megabytes de información en su memoria personal. Yo en cambio he de suplir la falta de recuerdos con la búsqueda planetaria por medio de Internet. Nuevos tiempos, nuevos recursos.

Entre las fotos que me resultaron curiosas había dos, según la nota manuscrita de D. Isidro, relativas a la entrega de unos “huertos familiares” en La Granjuela, localidad cercana a Peñarroya-Pueblonuevo de donde a la sazón era alcalde. ¿Qué sería eso de los huertos familiares? Ya en casa, abrí la ventana al mundo y empecé a bucear en el pasado con los resultados siguientes:

La Vanguardia. 19 de octubre 1950 (En referencia al mes de julio)

En primer lugar contrasté la noticia de la entrega de los huertos familiares en los periódicos de la época; tanto el ABC como La Vanguardia se hicieron eco de la entrega de los huertos a “28 jornaleros agrícolas o pobres de solemnidad”, a la que asistió el Gobernador Civil de la provincia, D. José María Revuelta, el Obispo de Córdoba, así como las autoridades provinciales, comarcales y locales, que en conjunto debían ser tantos como jornaleros beneficiarios, quienes tras la oportuna bendición de los huertos, recibieron los títulos acreditativos. Y ahí estaba mi abuelo haciendo entrega de los huertos a sus paisanos.

Acto de etrega de los huertos familiares. La Granjuela, julio 1950

¿De donde surgió la idea? La explicación a sus orígenes la encontré en un documento titulado “Los Huertos Familiares de la provincia de Córdoba. Estudio de la obra realizado por el Instituto Nacional de Colonización”, de Bartolomé Valle Buenestado y se puede consultar en la siguiente dirección:

http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1249213

Sólo destaco unos párrafos del documento:

“Los huertos familiares suponen una experiencia agraria llevada a cabo por el Instituto Nacional de Colonización que tiene su origen en un decreto de 12 de Mayo de 1949, mediante el cual se autorizaba al mencionado instituto para adjudicar en venta aplazada a los Ayuntamientos las fincas que adquiriese y que fueren aptas para el establecimiento de huertos familiares o para su aprovechamiento comunal”.

Se entendía por huerto familiar “toda pequeña parcela de regadío, próxima a un poblado, en la que una familia campesina pueda obtener, empleando en su cultivo las horas libres de trabajo, productos hortícolas con los que atender sus necesidades elementales de consumo directo”

No solo se adquiría la tierra, también se procedía a su ordenación rural, parcelación y puesta en regadío, así como a la construcción de viviendas en aquellos lugares donde se juzgaban necesarias.

Los huertos no podían exceder las 20 áreas (media fanega) de superficie y una vez eran entregados a los beneficiarios, estos pasaban a disfrutar de él a cambio de un pequeño cánon que primitivamente se estableció en 12,50 pesetas mensuales, y que en la fecha del estudio (1977), no excedía de 150 pesetas por la tierra y 40 por la casa.

Beneficiarios de los huertos familiares de La Granjuela. Los 28 y alguno más
En otro documento titulado: “Anexo I.4. La observación del territorio: el caso del Valle del Guadiato”, que forma parte de la tesis de M. Ambrosio, se dice en relación a los servicios públicos e infraestructuras de Peñarroya-Pueblonuevo en la época en que D. Isidro fue alcalde:

“A finales de los cuarenta, casi tres cuartas partes de las calles de Pueblonuevo contaban con alcantarillado y el 10% de Peñarroya. A pesar de estas mejoras en el ornato público, al inicio de los cincuenta las condiciones de insalubridad y hacinamiento seguían estando muy extendidas; el déficit de viviendas en ese momento seguía siendo muy grave. Aun cuando comienza el declive de la actividad industrial y da comienzo la fuerte emigración en la comarca, se mantuvieron iniciativas de construcción de viviendas y barrios para los obreros, algunas de ellas con huertos familiares para atender el autoconsumo y otros auspiciados por el Obispo de Córdoba, Fray Albino”.


El bueno de D. Isidro que fue alcalde tras la guerra, y que tuvo que sortear con imaginación la hambruna de los cuarenta  para que no se le murieran sus paisanos por las calles, buscando alimentos bajo las piedras y recorriendo los cortijos con un camión del ayuntamiento, en busca de algo que llevar a sus mesas, aquel que entregó los primeros huertos familiares a los campesinos y pobres de solemnidad, y que hermoseo la Plaza del Mercado con los pocos recursos a su alcance, el mismo que nunca utilizó los cargos públicos para medrar ni enriquecerse, no mereció sin embargo ser recordado por sus vecinos en el callejero municipal, como sí lo fueron otros alcaldes.

No hay problema, porque aquí estoy yo para dedicarle una calle en Internet con la siguiente inscripción: ¡Alcalde, torero, los huertos de La Granjuela llevan tu sello! ¡Y olé!